Procrastinación: Tu cerebro prefiere "Instagram" que cumplir tus sueños (y hay una razón)
Mírame, son las 19:37, de un domingo y aquí estoy, escribiendo esta entrada, que podría haber terminado hace horas. ¿Qué he estado haciendo? Pues lo típico: 45 minutos en Instagram (que se han convertido en dos horas), media hora de TikTok "solo para desconectar", y un rato indefinido perdido en el scroll infinito de Twitter/X o como narices se llame ahora.
Pasamos una media de 2 horas y 31 minutos al día en redes sociales (DataReportal, 2024). ¡2 horas y 31 minutos! Eso son casi 38 días al año viendo (en su mayoría) estupideces sin rumbo. Tiempo suficiente para aprender un idioma, escribir un libro, o simplemente tumbarte en el césped a mirar las nubes como propondría Byung-Chul Han en su "Vida Contemplativa", ese ocio inactivo tan necesario.
Lo curioso es que no es (solo) culpa nuestra. Nuestro cerebro está literalmente programado para preferir este tipo de gratificación instantánea, y estas plataformas diseñadas para atraparlo. Las Redes Sociales son la tormenta perfecta para nuestro sistema de recompensa dopaminérgico: pequeñas dosis de placer inmediato, sin esfuerzo, disponibles 24/7. El camello de barrio abierto todo el año, sin cierre y para toda la familia.
Pero verás...No es solo el tiempo que perdemos en redes. Es ese espacio extraño entre "debería estar haciendo algo productivo" y "solo cinco minutos más de no hacer nada". Ese limbo donde no estás ni descansando de verdad ni siendo productivo. Es como estar en una sala de espera existencial donde el tiempo simplemente... se esfuma.
Eso si, no todo tiempo "perdido" es tiempo desperdiciado. Byung-Chul Han tiene razón cuando defiende la importancia del ocio contemplativo. Necesitamos momentos de pausa, de reflexión, de simplemente existir sin propósito. El problema surge cuando ese tiempo "muerto" se convierte en una excusa, en una forma de escape que luego nos genera más ansiedad.
"Es que no tengo tiempo para nada", lloriqueamos, mientras acumulamos horas de scroll infinito como quien colecciona sellos. El cerebro procesa unas 34 gigabytes de información al día, gran parte de ella completamente irrelevante para nuestros objetivos vitales.
¿Y sabes qué es lo más irónico? Que cuanto más culpables nos sentimos por procrastinar, más procrastinamos. Es un círculo vicioso neurológico. La culpa activa nuestro sistema de estrés, y ¿qué hace nuestro cerebro cuando está estresado? Busca confort. ¿Y qué es más reconfortante que perderse en el scroll infinito de videos de gatitos?
Pero hay esperanza. De hecho, entender este mecanismo es el primer paso para hackearlo. Aquí van algunas estrategias que realmente funcionan:
- La técnica del tiempo consciente: Antes de sumergirte en el subi-baja de videos infinito, pon un temporizador. No para limitarte, sino para ser consciente. A veces, solo ser consciente del tiempo que pasa es suficiente para romper el trance.
- Zonas libres de dopamina digital: Designa espacios en tu casa donde el móvil no entra. El cerebro se adapta rápidamente a estas nuevas reglas y comienza a asociar ciertos espacios con diferentes actividades.
- El "ocio activo": Si vas a procrastinar, hazlo bien. En lugar de estas banales g*lipolleces, escoge actividades que realmente te recarguen. Sí, mirar las nubes cuenta. Leer por placer cuenta. Dar un paseo cuenta. De hecho, pasar tiempo con los tuyos y contigo mismo...es lo que más cuenta.
Lo más revolucionario que he aprendido en esta corta vida es que la procrastinación no es el enemigo. Es un mensaje. Tu cerebro te está diciendo algo. Quizás necesitas descanso de verdad, no ese pseudodescanso digital que te deja más vacío que antes.
Cuando te encuentres en ese bucle de procrastinación-culpa-más procrastinación, párate un momento. Respira. Pregúntate: ¿Esto es descanso real o solo estoy evitando algo? ¿Necesito un parón genuino o estoy escapando de algo?
Y si decides que necesitas ese "kit-kat", tómatelo. Sin culpa. Sin el móvil en la mano. Solo tú y el momento presente. Porque a veces, el tiempo "perdido" contemplando las nubes, mirando la obra o a las palomas es el mejor invertido de todo el día.
¿Te has parado a pensar cuánto tiempo "pierdes" realmente cada día? No para sentirte culpable, sino para ser consciente. Porque la conciencia es el primer paso para el cambio.
En la próxima entrada hablaremos sobre cómo esa adicción a la dopamina digital está cambiando literalmente la estructura de nuestro cerebro. Y créeme, es más fascinante (y aterrador) de lo que piensas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario