Enero siempre llega cargado de promesas, metas y, cómo no, de anuncios que parecen diseñados para vendernos una idea: “este año sí”. Este año serás más guapo, más delgado, más productivo, más rico, más feliz. Porque resulta, que lo que fuiste en 2024 no era suficiente (¡aunque aquí estás!)
Nos bombardean con imágenes de gimnasios llenos, agendas
impecables, vacaciones soñadas y cuerpos perfectos. Pero…como si el calendario de
adviento fuese mágico, como si pasar del 31 de diciembre al 1 de enero tuviera
el poder de transformarnos en esa versión ideal que nos han vendido.
Me gusta recordar que el 2024 lo sobreviviste porque fuiste
tú mismo/a. Con tus luces y sombras, con tus logros y tus errores. Y esa
versión, con todo lo que tiene, ya es válida. No necesitas reinventarte porque
la sociedad te lo imponga o porque los anuncios te digan que deberías ser más.
Los objetivos que nos venden
Pensemos por un segundo en esos propósitos “típicos” que
escuchamos cada año. Ir al gimnasio es uno de los clásicos. Los
gimnasios se llenan en enero; se venden más inscripciones en este mes que en
ningún otro, pero el 80% de las personas que se inscriben abandonan antes de
mayo. ¿Por qué? Porque muchas veces el objetivo no nace de un deseo
personal, sino de la presión externa de “encajar”, de cumplir con un estándar
de belleza que, en realidad, no nos representa. Pasa lo mismo con la operación “bikini”.
Ésta es pues la operación ex-mazapán.
Otro propósito (a)típico es ahorrar más dinero. Suena
estupendamente bien, pero en una sociedad que nos induce la idea de que “más es
mejor”, ¿Cómo vamos a ahorrar cuando nos pasan por delante el coche nuevo, el
móvil último modelo, las vacaciones de ensueño? ¡rebajadas por ser Navidad!
No se pueden perder esos chollos.
Nos hemos acostumbrado a vivir en un bucle de consumir y
desear más. Pero, ¿y si este año intentamos algo distinto? ¿Y si en lugar de
querer más, decidimos necesitar menos?
La lotería de nuestras emociones
Hace poco (por fin), completamos el uróboros de la lotería
nacional. Donde cada año, millones de personas compramos boletos porque nos
prometen algo más grande que el dinero: nos venden sueños, esperanza,
felicidad. Hasta nos emocionamos con esos anuncios que hace ya que no veo. Pero
no nos (auto)engañemos, el anuncio siempre está cargado de emociones: familias
reunidas, lágrimas de alegría, abrazos que parecen resolverlo todo. Pero, ¿Qué
pasa cuando no toca? ¿Qué ocurre con todos esos sueños que no se cumplen? No
necesitamos un boleto para soñar, ni un premio para valorar lo que ya tenemos.
Si el premio son los sueños, como diría Csíkszentmihályi, el flujo es lo
importante. El proceso de soñar en algo mejor compartido junto a los que
queremos. No el dinero en sí.
La verdadera trampa no está en “jugar”, sino en creer que
nuestra vida solo mejorará si conseguimos algo externo. Y mientras tanto,
olvidamos lo importante…Las personas que nos rodean, las experiencias que ya
podemos vivir, los momentos que no necesitan nada más que nuestra presencia.
Lo que de verdad necesitamos
En lugar de buscar “más”, ¿qué tal si buscamos “menos”?
Menos ruido (mental y rumiante), menos presión, menos expectativas ajenas,
menos (auto)exigencias. El 2024 lo viviste con lo que tenías, y lo superaste.
Este 2025 no tiene que ser sobre convertirte en alguien distinto, sino sobre
reconectar con lo que ya eres y valorar lo que ya tienes.
Pregúntate:
- ¿Realmente
necesito un cuerpo perfecto o simplemente quiero sentirme bien?
- ¿Quiero
ahorrar para acumular más cosas o para liberar mi tiempo y disfrutar de lo
que ya tengo?
- ¿Qué
relaciones valoro y cómo puedo cuidarlas mejor?
El verdadero propósito: reconectar (y no en redes
sociales)
Ahora te pregunto: ¿a cuántas personas felicitaste este año
nuevo? ¿Y cuántas te felicitaron a ti? Seguro que sentiste algo bonito al
recibir esos mensajes. Quizás te sorprendió esa persona con la que no hablabas
desde hace tiempo. Pero, ¿por qué dejarlo en un mensaje? ¿Por qué no aprovechar
este año para reconectar de verdad?
La vida no se mide en logros materiales ni en metas
cumplidas. Se mide en los momentos que compartimos, en las risas, en las
conversaciones profundas, en esos abrazos que dan sentido a todo. Este año, en
lugar de centrarte solo en tus objetivos personales, piensa en cómo puedes
fortalecer las relaciones que te rodean.
Queda con esas personas, comparte un café, revive las
charlas que tanto extrañas…Muchas veces recordamos a las personas solo cuando
ya no están. Y ahí, lo que más duele no es lo que hicimos, sino lo que dejamos
de hacer.
El año de volver a lo esencial
Que 2025 no sea el año en el que te presionaste para encajar
en un molde. Que sea el año en el que decidiste ser tú mismo. Que sea el año en
el que reconectaste con quienes amas, en el que dejaste de buscar fuera lo que
siempre estuvo dentro.
💬 Como dijo Oscar Wilde: “Sé tú mismo; los demás ya están ocupados”💬.
Lo realmente importante no es lo que conseguimos, sino con quién lo compartimos.
No necesitas empezar desde cero, porque ya tienes una base increíble: tú. Este 2025, vive más, exige menos, ama siempre. Y cuando mires atrás el próximo diciembre, asegúrate de haber vivido de verdad.